Salud Intuitiva: Necesidades y Tolerancias Alimentarias

Nuestras líneas genéticas juegan un papel importante en nuestras necesidades y tolerancias alimentarias. A medida que los diferentes grupos de homínidos se separaron y se dispersaron por diferentes regiones del mundo, se adaptaron a las presiones ecológicas y ambientales locales, lo que llevó a la aparición de variaciones genéticas en su capacidad para digerir ciertos alimentos.

Un ejemplo relevante es la capacidad de digerir la lactosa, el azúcar presente en la leche. La mayoría de los mamíferos, incluyendo nuestros ancestros cazadores recolectores, pierden la capacidad de digerir la lactosa después de la infancia, ya que normalmente se produce una disminución de la enzima lactasa en el intestino. Sin embargo, en algunas poblaciones humanas, especialmente aquellas con una tradición de pastoreo de animales y consumo de productos lácteos, se desarrolló una mutación genética que permitía a los individuos digerir la lactosa durante toda su vida adulta. Esta capacidad se conoce como lactasa persistente y está asociada con ciertas poblaciones de ascendencia europea, africana y asiática.

Otro ejemplo es la variabilidad genética en la respuesta a ciertos alimentos o nutrientes. Algunas personas pueden tener una mayor predisposición genética a metabolizar o absorber ciertos nutrientes de manera más eficiente que otras. Por ejemplo, existen diferencias genéticas en la capacidad de metabolizar la cafeína, el alcohol o ciertos compuestos presentes en los alimentos, como los sulforafanos en los vegetales crucíferos.

 

Comprender nuestras propias características genéticas es útil y necesarios para tomar decisiones alimentarias más informadas. Al realizar pruebas genéticas o consultando con profesionales de la salud especializados, podemos obtener información sobre nuestras predisposiciones genéticas relacionadas con la alimentación. Esto puede incluir la capacidad de digerir ciertos alimentos, la respuesta a ciertos nutrientes o la tolerancia a ciertos tipos de dietas.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la genética no es el único factor determinante en nuestras necesidades y tolerancias alimentarias. Otros factores, como el entorno, la cultura, la salud y las preferencias individuales, también desempeñan un papel importante en nuestras elecciones alimentarias. La genética proporciona una guía adicional, pero no debe ser el único criterio.

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