Proteger los ecosistemas y la biodiversidad se ha constituído en un dificil reto para los planificadores de ciudades emergentes; Por un lado existe la necesidad del desarrollo industrial y bienestar de la población humana y por el otro, la degradación y manejo ambiental.

No es un secreto que las ciudades emergentes del Sur tienen una gran responsabilidad en la sostenibilidad ambiental del planeta; recordemos que en las naciones en vía de desarrollo se encuentran ecosistemas prioritarios de biodiversidad -o “hotspots”- y que poseen más del 60% de especies de plantas y animales.

Ad portas del cambio climático las instituciones de las ciudades emergentes deben incluir los costos de las externalidades ambientales, en aras de custodiar el patrimonio natural de toda la humanidad y, al mismo tiempo, en dirección de lograr una ciudad sostenible, engranar, articular desde la naturaleza, desde lo que ya existe -respetando su construcción evolutiva- hacer lugares bellos para las personas.

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