De las mieles adulteradas

La adulteración de la miel de abejas es un fraude inescrupuloso que se comete a nivel mundial. En norteamerica, hacia 1906 ya se conocía de este fraude ocasional -para ese entonces- usaban glucosa y jarabe de caña, en nuestro tiempo es mucho más sofisticado falsificar y adulterar las mieles.

Según la clasificación de la Comisión Europea la miel ocupa el sexto puesto de la lista de alimentos que más riesgo corren de ser adulterados. En América Latina más de una cuarta parte de las mieles comerciales han sido diluidas con jarabe de maíz, almidón de papa y/o caña de azúcar, el fraude asciende al 50% de las mieles que se venden en los supermercados. México ha hecho ejercicios interesantes para descubrir marcas de mieles adulteradas en el laboratorio encontrando porcentajes preocupantes.

Para el caso de Colombia es fácil inferir que, el 80% de las mieles que se consumen son adulteradas si la proyección de consumo nacional es del orden de 20mil toneladas y solo se producen 4mil.

Claramente el acto inescrupuloso de falsificar miel de abejas se propicia cuando el consumidor quiere bastante, barato y enseguida. Ellas, las empresas falsificadoras, se la tienen, hacen mieles de calidad sospechosa que pone en riesgo su salud.

Por fortuna existen, cada dia, humanos más conscientes de la calidad de alimentos que ingieren, de lo que le ofrecen a sus hijos y el impacto que estos generan en el cuerpo y como su producción afecta la salud del planeta.

En este escrito queremos alertar a los consumidores que creen consumir “miel pura” porque se la compran a “campesinos”, al “señor que viene de la vereda” con botellas de miel que el mismo “cosecha”.

El evento que mencionamos en las lineas anteriores es muy frecuente en la costa norte de Colombia; personas que ingresan (con o sin permiso) a fincas donde hay enjambres silvestres y asesinan/queman/envenenan los nidos de abejas con agrotóxicos -frecuentemente organofosforados- para robarles la miel, exprimirla en las peores condiciones de asepsia y embotellarla en frascos plásticos o de vidrio sin previa desinfección.

Estas personas hacen un estrago irreparable al ecosistema y a la salud de sus potenciales compradores, vendiendo miel con altas trazas de agroquímicos que harán daños celulares muy graves; esta miel visualmente no revela ninguna anomalía de adulteramiento, al observarla parece miel de abejas pero lleva un potencial genotóxico y mutagénico que el vendedor furtivo jamás va a contar.

Llama la atención otra manera de dañar los enjambres silvestres; personas que amanecen muy creativas y llenan una olla vieja con excremento seco de vaca (boñiga) para hacer humo, destruyen las crias, exprimen los panales en las condiciones que ya mencionamos argumentando a sus inocentes compradores que es “sacada con humo” y no con veneno (agrotoxico en polvo), cual versado apicultor. No sobra decir que el análisis microbiológico de estas mieles tiene una variada clase de bacterias y huevos de parásitos.

Para combatir la adulteración de la miel, se han establecido normativas y regulaciones en muchos países para garantizar la calidad y la autenticidad de la miel producida y comercializada. También existen técnicas de análisis para detectar la adulteración de la miel, como la determinación de la presencia de polen y la medición del contenido de ciertos compuestos químicos. Es importante que los consumidores se informen y compren miel de fuentes confiables para asegurar que están comprando un producto auténtico y de calidad.

Recuerde: Consumir miel adulterada no solo afecta el trabajo del productor apícola, tiene efectos muy graves para la salud de quien la consume.

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