Miel de abeja fermentada – hidromiel

Relatan libros antiguos y las escrituras sagradas sobre el elixir de vida -mulsum- así era llamada la hidromiel: bebida de miel de abeja fermentada. Al parecer es brebaje precursor, antesala de la cerveza. Un aperitivo más antiguo que el vino, pero menos popular en cierto período de la historia, quizás porque era hecha en los monasterios. 

La hidromiel es el producto de la fermentación de agua y miel cruda de abejas, cuyas levaduras aprovechan los azúcares simples -que ya vienen separados gracias a la actividad enzimática que realizan las abejas en su buche melario- como sustento para producir alcohol. 

                                    

Tan antigua -más de 8.000 años- como fascinante es la hidromiel. Detrás del simple -pero maravilloso- resultado de una miel fermentada hay un entramado sináptico que se relaciona desde la acidez de suelo, el clima y las flores que liban las abejas pecoreadoras logrando que cada hidromiel, como cada cosecha, sea única.

La fermentación de la miel de abejas es un proceso importante en la producción de hidromiel, durante la fermentación, se producen compuestos que contribuyen al sabor y aroma característicos, como los ésteres y los alcoholes superiores.

Es importante destacar que la fermentación de la miel de abejas puede verse afectada por diversos factores, como la concentración de azúcares, el pH, la temperatura y la presencia de otros microorganismos. Por lo tanto, es importante controlar cuidadosamente estas variables para obtener una fermentación exitosa y obtener una hidromiel de alta calidad.

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